Tuesday, November 13, 2007

"La ciencia de hacer tragedias", de Edison Carrasco Jiménez‏

Ortiga Ediciones, editorial que ha enfocado sus esfuerzos en la divulgación y rescate de jóvenes valores literarios de la región y enespecial de la ciudad de Chillán, desde donde dirige su gestión de promoción, se complace en presentar el más reciente trabajo del poeta Edison Carrasco: "La Ciencia de hacer Tragedias".
La actual entrega literaria de Carrasco, poeta y músico ChillánVejano, se une a su producción anterior, iniciada con el texto autoeditado "El Psicosicoide" de 1993 en la ciudad de Concepción, "El relojario de arena" de 1996, y "El suicidio de Diógenes" publicado en1997. Además de contar con diversas apariciones en revistas literarias, en la que destacan "Pewma" de Temuco y "El Glamal" deChillán.
"La Ciencia de Hacer Tragedias", es el resultado de una paciente observación del mundo, en la cual la poesía se transforma en un medio de acceso a la realidad y de dar cuenta de la misma, tal como nos señala el poeta al entregar la directrices de su modo de crear y procesar la información proveniente de su entorno y de su existencia en sí, nos dice: "Mi poesía es una especulación sobre el mundo. Pretendo exponer una poesía del conocimiento que escrudiñe la realidad, el fenómeno de la existencia como móvil y su inmediata manifestación: el ser".
Esta aventura filosófico-poética, no es sólo la contemplación pasiva que podríamos suponer a partir de la expresión: "especulativa", sino que desde el momento en que centra su atención en el "ser", es él mismo viéndose con rigurosa atención en ese relacionarse con el otro, desenvolviéndose en el mundo que genera su propio existir, el cómo se aproxima necesariamente a las "cosas", y este ejercicio no es el resultado del intelecto por el intelecto como quien practicara un deporte, o pretendiera la generación de un catálogo de conocimiento enciclopédico, sino que más bien es perentorio, propio del conocimiento existencial. Así nos lo da a entender en las siguientes palabras:

"Y en ese espacio de materia en materia
Y de corazón a inmensidad,
Moviéndose, como un nudo
Sosteniendo la mortalidad y lo imperecible,
Seduciendo el vacío de los objetos
Para manifestarse en completa perfección de sí,
Si la piedra comprendiese que ello es Dios,
Entonces la inmensidad se reduce,Los espacios se estrechan como un beso,
Y el salto de una piedra hacia la otra
No queda a merced de inmensidades tristemente insalvables".

Lo antes indicado, se refleja también al afirmar que: "Cuando mi sensibilidad atraviesa la barrera de mi existencia, (que condiciona cualquier conocimiento sensible) y se conecta con la cosas, pretende recepcionar su pensamiento, dolor, sin razón o eternidad: sus síntomasde ser". Como vemos no puede ser en certidumbre que los medios que proporcionan la inteligencia sean la única forma de laborar con la realidad, entendiendo esto, que ya no es la forma tradicional suficiente para ver la realidad y dar cuenta de ella, requiere un involucramiento total de la existencia y un cambio a nivel de formas.

Este cambio de las formas de expresión se entronca en la más reciente tradición neo-vanguardista en la que es necesario destacar el trabajo de Juan Luis Martínez, Diego Maquieira, Juan Cámeron y Raúl Zurita, donde encuentra refugio la voz de Carrasco, la voz del hombre occidental actual, prisionero de su naufragio, el cual no encuentra una verdad a qué aferrarse, donde la incertidumbre es lo único cierto.

Este no disponer de una verdad en la que asirse y desde allí tomar el aliento, es la tragedia que nos enuncia el título, la tragedia de la Ciencia y el hombre occidental, esta ciencia que entendemos como esclarecedora, y de la que esperamos infructuosamente la verdad, pero que en definitiva no llega, porque hemos equivocado al depositar la fe en ésta, ya que el fin de la ciencia no es la verdad en sí misma.
Así lo indica en este texto:
"El centro estaba en mí, y mi desplazamiento por el espacio engañabaen mi centritud y confundía en principio mi mente, pues el centro -entendía- se generaba y estaba en todas partes, pero era una apariencia y de su apariencia extraía un juicio mendaz".
Confirma luego esta circunstancia al expresarnos:
"Mi cuarto es demasiado pequeño
Para contener mis sueños.
Tu cuarto es demasiado pequeño para contener los tuyos.
Todo el mundo podría ser la casa,
Pero la casa se ha derrumbado
Y el alma que lo habitaba se destruido".
Sin embargo, y a pesar de este desencanto provocado por el darse cuenta que se existe y que se naufraga irremediablemente, nos esboza una pequeña esperanza, que se trasforma a su vez en una misión, y con la cual podemos concluir:
"Cuando volvemos nuestros ojos hasta el hombre, (¿)quién no respondepor su eternidad y milagro, sino el mismo hombre(?)".

Elgar Utreras Solano.

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