Wednesday, September 05, 2007

A propósito de la reciente aparición de “En la calle de los Ángeles…”, de Elgar Utreras Solano.

A propósito de la reciente aparición de “En la calle de los Ángeles…”, de Elgar Utreras Solano.
Escribir acerca del libro de poemas de un amigo entrañable, es un ejercicio muy complicado. La objetividad no es algo que uno exponga como escudo en estos casos, y a menudo puede caerse en un montón de vicios imperdonables. Por otro lado, esquivar semejante acometido es de cobardes.Es muy justo declarar que conozco a Elgar Utreras Solano desde los tiempos en que ambos estuvimos en el Liceo de Hombres Narciso Tondreau. Por aquella época, era considerado como una de las jóvenes “promesas” entre quienes frecuentaban el Grupo Literario Ñuble.Pasados los años, volvimos a cruzar destinos en la Universidad del Bío-Bio, en la Carrera de Pedagogía en Castellano, a donde llegamos ambos de “mechones” en un ambiente desbordado de pujante creatividad. En los cursos superiores se encontraban Héctor Ponce De La Fuente, Jorge Rosas Godoy –otros dos ilustres “liceanos”-, Luis Bobadilla, además de las presencias de académicos como Sergio Hernández, Juan Gabriel Araya, Berta López Morales, y los recién llegados: Claudio Pinuer y Jorge Sánchez Villarroel.Fue el inicio de todo. Guitarreos, montajes diversos de artefactos en desuso junto con poesía, invasiones a la biblioteca con ejercicios de lecturas de poesía, “asaltos poéticos” varios (consigno, eso sí, que el más famosos de todos, fue el perpetrado por Héctor y Luis, junto al poeta Omar Lara en el Banco del Estado, el año 91), las lecturas en el cementerio, el constante ejercicio de cambiarles los nombres a calles y plazas de la ciudad por los de poetas ilustres o libros imperdibles, etc. Por aquél entonces, juntos aparecimos en “Pluma y pincel”, en “Filomena”, y terminamos fundando una revista propia junto a Jorge Rosas y a Pablo Troncoso: “La Ortiga”.Siempre incisivo en sus apreciaciones, mordaz, chispeante, ingenioso, apresurado quizás, pero siempre demasiado honesto en todo. Cercano a revistas como “El Glamal” o “La Barca”, pero sin militar en ninguna; deambulando ocasionalmente en el Grupo Literario Ñuble, aunque sin el sentimiento de la pertenencia inclusiva. Huidobriano en sus inicios, hábil con la Filosofía (siempre cercano a Enrique Blanco Hadi), algo de actor, director y dramaturgo, algo de cineasta, algo de todo. Nada escapaba a sus inquietudes, siempre ejerciendo aquella curiosidad investigadora, armando síntesis increíbles de las cosas más absurdas…Terminada la carrera, ambos pensábamos -casi obsesivamente-, en la continuidad en algún Magíster en Literatura. Yo inicié viaje a mediados del 98 con rumbo al norte, lo más al norte que pudiera llegar, pero en Santiago me ofrecieron trabajo en un colegio importante, y luego ingresé a una de mis primeras escaramuzas en estudios de post-grado. Él, debió quedarse para comenzar a circular por algunos pueblos de nuestra provincia.Siempre he creído que la realización de su primer libro, es algo que se ha demorado demasiado. Debimos haber trabajado en la época universitaria en una primera publicación que le hubiera proporcionado un crecimiento más tempranero, y más sólido. La joven promesa prefirió silenciarse, esconderse, retroceder espacios en la búsqueda de otras mutaciones, otros hallazgos.Y escarbó en cuanta cosa se encontró a su paso, cursos de Orientación Educacional, informática, un Magíster en Educación, judaísmo, metafísica, etc. Para colmo, ostenta la rareza de haber sido expulsado en algún minuto del Grupo Literario Ñuble, por el entonces presidente de la institución, Oscar Carrillo. Dato para el anecdotario, uno más de tantos…Fragüó lentamente, una simbiosis de todo, y hubo de adscribirse incluso, a la estética de la antipoesía, pero con la sola intención de superarla, para de esta manera, abrir espacios hacia una poesía más honesta y menos literaturista. Y extenuado por todo este gran periplo, nos regala un hermoso texto: En la Calle de los Ángeles.Sencillamente: increíble.Pensar para atrás todas estas cosas, me provoca mucho de vértigo, y no poco de nostalgia. Los adolescentes desgarbados, entre parroquianos senescentes, como dijera Héctor en su libro “Poemas para Enloquecer a Eduardova”, que acá incluyo en plural, nos refleja como generación, como grupo de amigos, como antiguos compañeros de carrera.Estas palabras, son un homenaje a todo aquello, un acto de agradecimiento, una suerte de ajuste de cuentas transitorio con esos hermosos e imborrables días.“En la calle de los Ángeles…”, es un libro sencillo sobre el cual se debe realizar –como mínimo- una doble lectura. No es fácil descubrirlo todo, ya que muchos elementos son fragmentarios, minucias, pequeños lujos que se ha hecho alguien para gratitud con la naturaleza y con las cosas, la misma temática, es ya un aviso de atención y de paciencia. Mención aparte, merece el gran trabajo de gráfica y diseño realizado por el artista visual Máximo Beltrán.Creo en el poder de la palabra, en la poesía de buenas intenciones que busca atesorar algo en los corazones de los lectores, refrescar un profundo sentimiento de humanidad que pareciera, tenemos extraviado, y es eso precisamente el mayor de los esfuerzos de este breve libro, el contacto entre una persona que escribe y otro que lee… es entonces justo recordar unos versos de Walt Whitman que usé para mi primera publicación: “Compañero, esto no es un libro, / quien toca este libro, toca a un hombre”.Hugo Quintana. Poeta. Crónicas de la Aldea.

En la calle de los hombres….Por Santiago Bonhomme.

Elgar Utreras Solano (Chillán 1972) pertenece a una generación especial de la poesía Chilena, la llamada generación del noventa, supuestamente liberada del yugo de la dictadura de Pinochet. Generación que nace con la libertad del lenguaje, que en la década de los ochenta se parapetaba de la censura en el extraordinario ingenio de sus autores (Diego Muñoz, Diego Maquieira, Raúl Zurita, Roberto Merino y otros).La generación de poetas surgidos en la década del noventa, pareciera haber vivido en la más profunda orfandad y desarraigo, producto de la pérdida de ideologías, principalmente políticas, producto de la anhelada alegría que trajo la democracia. Por está razón los poetas transitarán experimentales, cultivando las más variadas poéticas (anti poesía, neosurrealismo, neovanguardia, neobarroquismo y otras).Situando este fenómeno en el espacio de Chillán, Elgar Utreras Solano va tejiendo su imaginario juntamente con poetas como Hugo Quintana, Pablo Troncoso, Héctor Ponce de la Fuente y Jorge Rosas, que si bien este ultimo comienza a cultivar el oficio poético a partir de los años ochenta, su desarrollo más acabado ocurre en la década del noventa, siendo uno de los referentes más importantes de esta nueva poesía Chillaneja. El grupo de creadores mencionados tiene como característica principal pertenecer todos a la carrera de Pedagogía en Castellano de la universidad del Bio-Bío, donde fueron protagonistas de la función cultural y política de esta casa de estudios.Elgar Utreras Solano siempre ha sido, desde sus inicios un poeta experimental, explotando los más variados recursos para su poesía, en un deseo constante de renovar el género. Hoy nos presenta su libro En la calle de los ángeles…,publicado por ortiga ediciones. Poemario motivado principalmente por la soledad del sujeto, de ángeles que caminan diariamente por todas las calles del mundo, ángeles sin alas, de rostros humanos, de corazones humanos, por lo tanto corrompibles.Veintiséis poemas conforman el libro, donde el lenguaje poético sugerido por Utreras Solano siempre está al límite de la emoción, con una factura admirable en imágenes, muchas de ellas sumamente visuales, otras erguidas para dobles lecturas, o sea, más rigurosidad para los lectores, pero todas ambiciosas en la belleza.También el amor cruza la calle de los ángeles, y como no, si todo el poemario es una demostración de afecto al prójimo y un apropiarse del sufrimiento a través del amor, fundido en la complicidad con las tradiciones culturales y religiosas de nuestro autor.El libro temáticamente se sostiene en lo ético-estético, quiero decir, la conciencia absoluta de que lo que se dice, se hace y, el cómo se dice.Cito al autor:tengo otros ángelesesos que nadie quierelos recojo de los basuralesy les sacudo el polvocon mi pañuelo…..la denuncia siempre presente, porque el hablante lírico pasa a ser uno más de estos ángeles. Cito al autor:desde un tiempo hasta esta eternidadvengo respirando el cuerpode un ángel…La visión desgarrada del espacio propio, de lo cotidiano, de los elementos de la naturaleza, escenario presente en todo el libro, como arraigo desesperado del autor, por no querer dejar de situarse. También la historia, pero una historia ajusticiadora, como bien lo manifiesta el poema a un viejo dictador. Cito:¿cuántos ángeles se han puestode pie en tus sueñoscon la espada en la mano?El poemario invita a la reflexión, cuando vivimos en la más absoluta fantasía, que es la anestesia que tanto nos separa y nos hace ilusos, la calle de los ángeles de Elgar Utreras Solano propone un encontrarse con la realidad, a un mirar más allá de la simple vista, donde todo cobra mayor sentido, la poesía como una larga calle, en la cual todos debiéramos caminar.posted by Fábulas de la muerte

Comentario acerca de "En la Calle de los Ángeles…", de Elgar Utreras Solano.Por Hugo Quintana

Quedarse con gusto a poco, es algo que debiera ocurrirnos con más frecuencia cada vez que se concluye la lectura de un libro, sobretodo si se trata de un libro de poesía, debiera pasarnos más a menudo eso de emocionarse, de remorderse cada vez que el contenido vivencial y semántico de un texto, consigue tocarnos la fibra más recóndita, y más aún en un país como el nuestro, donde las exigencias siempre van a ser mayores, debido a que el peso de la tradición termina -habitualmente- por asfixiar cualquier intento de lectura crítica.Generalmente en Chile, no se tienen muchos perdones con los nuevos libros de los "neos" de nuestra poesía. Se aplica dureza extrema, se repara en los antecedentes de la obra, en su construcción, se hacen ejercicios de pseudo-interpretación con materiales metodológicos cada vez más sofisticados. En síntesis, se mide, se verifica, se escudriña todo, exhaustivamente, menos lo que realmente importa: el valor poético.Lo que se busca en primera instancia, es dilucidar si se trata de un "verdadero" poeta o no, si lo que se ha leído es un refrito de tal o de cual autor o, si acaso sea "más de lo mismo", por sentenciarlo de alguna manera. Y para sortear este difícil prejuicio, muchos jóvenes optan por un presentador de peso, cuya voz avale la calidad y la veracidad del trabajo y del hacer poético, su más prístina e inconfundible poeticidad -y por supuesto que éste, no es mi caso tampoco-."En la Calle de los Ángeles…", es un título delicadamente sugerente, y muy poco pretensioso. No es sensacionalista, ni grandilocuente.Tampoco es un libro farragoso. Las letras impresas no tienen el delirio de ganarle al lector por aburrimiento, en una práctica de forzada insistencia. Este es un libro de pocas páginas, con poemas breves en su mayoría, muy cercanos a una suerte de fórmula epigramática.Incluso más, su autor descarna el verso con el cual diseña cada trazo de la imagen que desea recrearnos, para ganar en cercanía, con significados directos que no se refugian en adornos innecesarios; no barroquiza, no enmascara su mensaje, porque en el fondo sabe que un buen pintor nunca debe renunciar al manejo de las formas y los colores, pero tiene que expresarnos muy bien aquello que habremos de ver en sus trabajos.Y Utreras hizo el ejercicio de una plástica paciente, casi mística, de ir en la búsqueda de cada fragmento, cada trozo que necesitaba para su arquitectura, con el objetivo de sorprendernos y emocionarnos.El suyo, es un libro humanizante cuyas aspiraciones se empinan a pocos centímetros del suelo, pero que ganan en toda la amplia profundidad que debe exigírsele a la poesía actual, donde el deber ser de ésta, es la de oxigenarle los pulmones a la gente, el urgente entendimiento para hacer que esto en que estamos insertos, llegue a tener un sentido más trascendente.En su lectura, bien se nos pueden dilatar los poros, las córneas, los sentidos todos, no ya como lo proponía Rimbaud, si no de una manera menos retorcida, menos alienante. La voz que se escurre desde la página no es la del habitual "tránsfuga" (aquel que huye de sí mismo en el uso de algún alucinógeno), no es el típico hablante lírico que quiere mitigar su dolor interior con vociferaciones y espasmos, tildando a nuestro mundo como la mayor de todas las cloacas.Aunque tampoco observa la realidad con la óptica propia de un positivismo idealizante. Hace lo que tiene que hacer, y ya está. Sin tanto aspaviento. Sin tanto preámbulo:
ÁNGELES ENFERMOS
Ángeles enfermos
Famélicos
Sin sonrisas para el turista
Ángeles malacatosos
Endeudados con la vida
Y la muerte.

O bien:

ÁNGELES
Ángeles de una belleza precaria
Reventados por la sobredosis de dolor
A tientas
Buscando el rostro de Dios.

Y claro que algo de antipoesía fluye desde estos versos, situación que Utreras no desconoce, porque su intención era precisamente rebasar esos márgenes, recuperar una serie de elementos que hasta nos parecían de absoluta exclusividad parriana, para luego reinsertarlos, devolverlos a la literatura con la naturalidad de alguien que posee una convicción a toda prueba.El autor es Profesor de enseñanza media en Castellano, y ha desarrollado su obra de manera silenciosa, en la ciudad de Chillán, alejado de todo el tráfago que significa el escenario de las letras a nivel nacional, esquivando la obsesión de los "encuentros" literaturistas, y sin exagerar el tránsito a través de revistas u otras manifestaciones de literatura que se realizan en la actualidad.En conclusión, uno se queda con la idea de que el tiempo invertido no se ha perdido -cita aparte merece el gran trabajo gráfico desarrollado por el artista visual Máximo Beltrán-, es más, hasta se extraña el hecho de la brevedad, quisiera uno encontrar más poemas, y de inmediato se piensa en una continuación, en otros esfuerzos posteriores que se insertaran en la misma temática. En lo inmediato, el único remedio que podemos recomendar, es cerrar el libro, contemplar con detenimiento la hermosa portada, y volver a leerlo…
Otros poemas:
EPÍGRAFE DE PARED
Desde Roma hasta Wall Street la muerte ha movido
Los hilosEl suicida es el gran trapecista
En el circo de los ángeles
Inútil es la redInútil también la muerte.

EL ÁNGEL MÁS PEQUEÑO
Después de la lluvia
En el barro de la calle
Juega descalzo
El ángel más pequeño
Del campamento.

EN LA CALLE DE LOS ÁNGELES
En la calle de los ángeles
Una mujer casi transparente de dicha
Se desnuda sin que nadie
Sé dé cuenta.

RECIÉN CUANDO PASEN LOS AÑOS…
Recién cuando pasen los años
Cuando no haya quien recuerde
Mi estúpido nombre
Vendré silbando una melodía
Que puedas reconocer desde lejos
Y con una reverencia
Te besaré una vez más.

ÁNGEL DEL JUICIO
El ángel del juicio
Siempre de pie
Esperando la orden.

EL ÁNGEL QUE ESTÁ CONMIGO…
El ángel que está conmigo
No tiene más que sus cabellos al viento
Y la fragancia de la serenidad
ImpregnadaEn sus carnes.

DESDE UN TIEMPO…
Desde un tiempo a esta eternidad
Vengo respirando el cuerpo
De un ángel
Urgente y necesario
Tanto que la única luz
Que me va quedando en los ojos
Es la de su transparencia.

EL ÁNGEL DEL OTRO
El ángel del otro
Tiene vocación
De banquete cruel
De oveja desgarrada
Entre los dientes.

A UN ÁNGEL EN BICICLETA
Cuesta abajo
Este ángel
Va dando vueltas y vueltas
A las ruedas
De la eternidad.

*Elgar Utreras Solano, "En calle de los ángeles…"; Ortiga Ediciones, Chillán - Chile, Octubre - 2006.http://www.letras.s5.com/eu171106.htm

Ortiga Ediciones nos presentaEdgar & ElgarDos visiones frente a una realidad inciertaPor Rodolfo Hlousek Astudillo

Publicado en Letras.s5. com y Diario La Discusión de Chillán.

A través de esfuerzos estudiantiles se forjó lo que sería hoy la editorial Ortiga y sus colecciones de narrativa y poesía. Con dos libros a su haber: “Investigador Privado” (cuentos) de Edgar Brizuela y "En Calle De Los Ángeles" (poesía) de Elgar Utreras, se da origen a una saga literaria en Chillán.
Ortiga Ediciones, en un comienzo fue una revista de poesía contemporánea que estaba fabricada por hojas de roneo escritas a mano, esto se remonta a mediados de los 90’, en Chillán. Hoy se erige como una editorial que propicia la avanzada de los escritores de la comuna. El primero en la lista fue Edgar Brizuela con el libro de cuentos “Investigador Privado” (Ortiga Ediciones, Colección Los Acacios/Serie Cuento. Chillán, 2006). Texto de 14 cuentos que son la consecuencia de 20 años atrás, donde el autor elabora su primer escrito en el liceo de Copiapó (región de Atacama), texto que tuvo aceptación por sus compañeros. Este hacía alusión a una verdad encubierta, la opresión de los inspectores del liceo nortino. Edgar desde ya elaboraba con tratamiento irónico sus estudiantiles peripecias literarias.Este autor nacido en Vallenar, el año 1967, es lector predilecto de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, el checo Franz Kafka y el autor nacional Juan Emar (Emar es el apellido que adoptó Álvaro Yáñez Bianchi, el autor de “Diez” donde aparece el fantástico cuento “El Pájaro Verde” para enunciar mediante semejanza fonética la exclamación francesa: ¡estoy harto!).Para Brizuela, cuyo perfil es la de un hombre ensimismado, introvertido, el libro está cruzado por el absurdo y el azar, puesto que en la contemporaneidad hoy no hay certeza de nada, no hay nada seguro, sólo la visión fenomenológica, lleno de sentidos frente a la inmensidad, expresado en el cuento “Hormiga”. Pese a que el autor reconoce su inconsciencia en el acto escritural, advierte esta sensación en medio de la plena globalización, donde ni siquiera el trabajo es seguro de tener. Esta falta de certeza frente al destino, es la crisis de la modernidad. Al decir del autor: “el miedo ronda a la gente, la gente antes vivía más segura”.Elgar Utreras Solano (Chillán, 1972) es autor de varios textos autoeditados, según el editor de Ortiga Ediciones, Hugo Quintana, “sus primeros pasos en lo literario se remontan a la edad de 9 años, escribiendo su primer poema de amor y, a los 11, una pequeña obra de teatro: "La mujer extraña y “el hombre bajo la cama", en homenaje al narrador ruso Fiodor Dostoyevski, de quien ya había leído sus obras completas”. Según el poeta Sergio Hernández, “El libro tiene una unidad dada por la temática propuesta, sus poemas surgen espontáneos y redondeados en su composición”. Utreras, con su libro "En Calle De Los Ángeles" (Ortiga Ediciones, Chillán - Chile, Octubre – 2006). Nos hace adentrarnos en una trampa, frente a la posibilidad que nos da de leerlo desde diversas posibilidades como él mismo reconoce: “es un trabajo de 9 años de experiencia, que invita a una lectura múltiple, diversa, heterogénea”. El libro pretende contraponer la realidad virtual (olográmica) a la realidad presencial. Donde resignifica en labor poética la ritualidad, o lo mítico, frente a la realidad enunciada por lo mediático, trabajado a través de elementos simbólicos, sugerido a través del epígrafe bíblico de Corintios: “El diablo se disfraza de ángel”. Ésta re simbolización obedece a la lectura de las cumbres literarias -Huidobro, Mistral, De Rokha-, herramientas para la confección poética, donde el autor elabora su discurso en pleno contexto de opresión y malversación de los sentidos de lo real.Hoy Ortiga Ediciones se empeña en publicar los textos de los poetas locales, tales como Pablo Troncoso, Jorge Rozas, Patricio Contreras, Andrés Rodríguez, o los otros, quienes están elaborando sus textos en plena oscuridad del día.